Conoce los nuevos mejores restaurantes del mundo según Condé Nast Traveler
Los mejores restaurantes nuevos que debes visitar este año te llevarán a lugares tan dispares como Madrid, Ciudad del Cabo, Quito y California.
Por Redacción Condé Nast Traveler
En Condé Nast Traveler pocas cosas gustan más que elaborar la Hot List anual, una colección de los mejores hoteles, cruceros, mejores restaurantes y destinos que ya va por su 27º edición. Esta selección es el resultado del esfuerzo y la colaboración de todos los equipos de Condé Nast Traveler internacionales.
Año tras año, visitan, eligen y valoran todo lo que aquí encontrarás para elaborar un listado de lugares cuyo estilo, filosofía y servicios redefinen los estándares del mejor viaje. Este año, en la lista de mejores restaurantes del mundo se incluye un establecimiento de Ciudad del Cabo que sirve cocina zulú y nguni contemporánea, una cafetería de California especializada en recetas ohlone y un restaurante de Quito que está avivando la escena gastronómica de los pueblos indígenas de Ecuador.
Pero no se queda aquí: no te pierdas esta lista de los mejores restaurantes del mundo que no te puedes perder este 2023.
LA SEMILLA, ATLANTA
La Semilla, un enclave tropical que sirve platos latinoamericanos vegetales, se encuentra en el barrio de Reynoldstown de Atlanta. Sophia Marchese y su marido, el chef Reid Trapani, llenaron este espacio de caprichosos toques personales, como la decoración vintage y las hojas de platanera pintadas a mano que adornan la entrada. Marchese se encarga de la bebida, y la variada carta sigue la temática del establecimiento, con cócteles de ron agrícola, mezcal y tequila. Los platos veganos de Trapani rinden homenaje tanto a sus viajes por España y Latinoamérica como a la ascendencia cubana de Marchese. Emplea ingredientes sencillos para conseguir sabores atrevidos, como el del pan con lechón a base de jackfruit y seitán caseros aderezado con pepinillo, queso y mostaza. Pero la indudable estrella es la sopa de coco con chochoyotes, bolitas de masa de maíz fritas, ideal para compartir. —Lia Picard
MAK-‘AMHAM/CAFE OHLONE, BERKELEY
Cafe Ohlone es un restaurante dedicado a la gastronomía indígena regentado por Vincent Medina (del pueblo chocheño) y Louis Trevino (del pueblo rumsen). Su última iteración, llamada ‘ottoy, sirve sus platos en un espacio cedido por el Hearst Museum en la Universidad de California, un edificio cuyo nombre anterior era un homenaje a un antropólogo que declaró extinto al pueblo ohlone erróneamente.
En chocheño, el idioma de los ohlone, ‘oṭṭoy significa “sanar”, y cada detalle del restaurante está dedicado a esta idea, desde las representaciones de cementerios de la tribu profanados por los investigadores de la universidad hasta su menú, que marida platos ohlone tradicionales como la sopa de bellotas, los mejillones y las almejas con manjares más clásicos como la crema de chía y avellanas. “Es parte de nuestra cultura, que sigue viva”, dice Medina sobre esta mezcla de celebración y homenaje, de lo antiguo y lo nuevo. “Estamos dando su lugar a todas las experiencias que hemos vivido”. —Eve Batey
RAVIOXO, MADRID
El nuevo restaurante de Dabiz Muñoz, el tercero en Madrid y la mejor forma para que todos aquellos que no hayan logrado conseguir una mesa en DiverXO –con 3 estrellas Michelin– tengan la oportunidad de disfrutar de la experiencia XO. En este restaurante, las masas son la principal atracción, eso sí, despojándose de cualquier idea preconcebida que se pueda tener de ella y moldeándola para dar vida a los 14 platos que componen la carta: creaciones que, en algún momento, formaron parte de la oferta culinaria de DiverXO.
Como el dumpling relleno de guiso de pepitoria de conejo, ají amarillo, especias chinas y texturas de zanahoria; o una nueva versión de la interpretación hongkonesa de Muñoz de un cocido madrileño, con ropa vieja, garbanzos fritos, caldo de jamón y alioli de ajo negro, así como con raviolis fríos relleno de perdiz, erizo y gazpacho de jalapeño. Bocados jugosos destinados a impresionar, sorprender y mantener a Muñoz en la cima de su juego. —Paula Móvil
KOJI CLUB, BOSTON
Nada detiene a una bostoniana con un plan. Cuando la cuarentena frustró los planes de Alyssa Mikiko DiPasquale de abrir el bar de sake más grande de la ciudad, cambió el modelo de negocio por un servicio de suscripción con sesiones de formación por Zoom, que fue un éxito absoluto. Más adelante, cuando las dificultades en la cadena de suministro empezaron a afectar a sus importaciones de licores de Japón, aprovechó la excelente reputación que había conseguido como administradora y comercial del icónico omakase O Ya para hablar con la gente adecuada y conseguir el sake que necesitaba.
Contra viento y marea, abrió un bar en un espacio diminuto e íntimo, tan auténtico como cualquier establecimiento en Japón. Hoy, Koji Club es el lugar perfecto en el que aprender sobre el mundo del sake: los camareros tienen un conocimiento casi enciclopédico de la bebida, y la propia carta separa categorías según la intensidad de cada licor, con descripciones con un toque humorístico como “El equivalente a pasearse por un templo de Kioto llevando la fragancia Santal 33 de Le Labo”.
Es más que habitual terminar la noche hablando con completos desconocidos, hacer amigos y aprender algo nuevo, ya seas aficionado al sake o simplemente estés buscando un lugar diferente al que llevar a una cita. “La ciudad perdió más de la mitad de sus restaurantes japoneses durante la pandemia”, explica DiPasquale. “Con ayudar a la gente a comprender y apreciar mejor el sake, considero que he cumplido mi cometido”. —Todd Plummer
PLACE DES FÊTES, NUEVA YORK
Esta vinoteca tan típica de Brooklyn es obra del mismo equipo que Oxalis, un restaurante con una estrella Michelin que se encuentra muy cerca. Place des Fêtes empezó siendo un pop-up y no fue hasta el pasado marzo que abrió su local definitivo en una apacible calle de casitas bajas rodeadas de árboles en Clinton Hill. El ambiente tiene ese equilibrio tan difícil de conseguir entre lo acogedor y lo festivo. Es íntimo y la iluminación, cálida y tenue sin provocar sopor, y su energía animada casa a la perfección con la carta del chef Nico Russell, cuyos interesantes platos a menudo bailan entre la inspiración española y la portuguesa.
A esto se suma su selección de vinos y cócteles del encargado de la carta de bebidas, Piper Kristensen. Uno de los mejores sitios es la barra, con vistas a la cocina abierta, aunque la mesa grande es la ideal para sentarte con un grupo de amigos a pedir los veinte platos de la carta para compartir. No te pierdas las anchoas Don Bocarte de la sección “froid”, el pan del obrador cercano Otway de “fermenté” ni las setas maitake crujientes con crema de trufa y ajo negro de “légumes”. —Mercedes Bleth
MASALAWALA & SONS, NUEVA YORK
Uno de los restaurantes más difíciles de reservar de Brooklyn se encuentra en una calle cualquiera de Park Slope. Pero, nada más entrar, Masalawala sorprende con sus guirnaldas de caléndula, unos murales que recuerdan al arte decorativo de camiones tan representativo del sur de Asia y una lista de reproducción con todos los éxitos de Bollywood en los años ochenta. Pero es su carta de auténtica cocina bengalí lo que de verdad destaca en este lugar. El ingrediente estrella es la mostaza, conocida como shorshe, un ingrediente indispensable en casi todas recetas. Está en el aceite que flota sobre el khichuri, un plato a base de arroz y lentejas; en la pasta con la que se hace el bhetki paturi, o pescado asado en hojas de plátano; en el chutney de yogur.
Puede que su sabor resulte poco familiar para muchos comensales, pero es el tipo de aventura culinaria que nos hace confiar tanto en Unapologetic Foods. Masalawala es el quinto restaurante de la empresa, tras sus otros grandes éxitos como Dhamaka y Semma. Aunque nada puede eclipsar el sabor de los platos de este restaurante, no le falta un componente de espectáculo, y el daab chingri, o gambas al curry, se sirve de una forma muy original dentro de un coco tierno. Son detalles como este lo que dan un toque divertido a la comida, aunque pocas cosas pueden distraer de los verdaderamente importante: seguirse sirviendo del contenido de esas cazuelitas de acero. —Arati Menon
HER PLACE SUPPER HUB, FILADELFIA
Cuando estudiaba en la universidad de Pensilvania, Amanda Shulman solía organizar elaboradas cenas para agasajar a sus compañeros de clase. Ocho años más tarde, y tras haber pasado por Vetri Cucina y Momofuku Ko, la chef sigue consiguiendo transmitir esta energía íntima a la par que intensa en Her Place, un supper club que sirve un menú degustación familiar en el centro de la ciudad.
El comedor, casi siempre lleno de gente que charla con música de los 80 de fondo, tiene un ambiente acogedor, no solo por la sala en sí sino porque Shulman sale de vez en cuando de la cocina abierta para hablar de los platos disponibles, como las gougères de hígado de pollo con manzana y un toque de mantequilla, la pasta artesanal y la ternera asada cortada en lonchas finísimas y servidas con patatas fritas crujientes. Para despedirse, la anfitriona suele pasearse por el comedor repartiendo galletas con pepitas de chocolate. —Regan Stephens
MI COMPA CHAVA, CIUDAD DE MÉXICO
En México, el marisco es básicamente un remedio para la resaca, y casi todos los comensales que se reúnen aquí están recuperándose de la noche anterior o preparándose para la siguiente. En la acera aguardan visitantes y locales por igual, impacientes por probar las creaciones del chef Salvador Orozco, inspiradas en los mariscos de Sinaloa y Baja California. Los artísticos aguachiles (camarones frescos con chile y lima) acaban en prácticamente todas las mesas, al igual que los demás manjares expuestos en la barra, acompañados de salsas picantes caseras.
Cualquiera de sus pescados crudos es una apuesta segura, aunque los platos cocinados, como las quesadillas de birria con pescado, son más contundentes. El espacio, amplio y con una enorme cocina abierta, con sus mesas metálicas amarillas, imita un puesto de marisco en una ciudad costera mexicana. También hay mesas en el exterior, rodeadas de plantas y entremezcladas con los grupos de gente que siempre charlan cerca de la puerta. —Naomi Tomky
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FORESTA, QUITO
Foresta, el restaurante ecológico que lleva Rodrigo Pacheco en La Floresta, el barrio creativo de Quito, parece un invernadero, aunque uno especialmente estético y moderno. Sus paredes color crema, sus interiores cubiertos de plantas y su música electrónica andina crean un ambiente fantástico, pero lo verdaderamente interesante son sus platos. Una carta totalmente sostenible y adaptada a los productos de temporada destaca ingredientes frescos procedentes de los terrenos reforestados del chef y de comunidades indígenas locales, mezcla sabores de la costa, de la sierra y de la selva y a la vez homenajea la preciada diversidad de Ecuador y sus tradiciones ancestrales.
Los innovadores platos son espectaculares: gambas con melón picante preparadas sobre enormes planchas de roca volcánica seguidas de postres como la confitura de higo con queso de cabra y sorbete de pomelo. Es un placer para el paladar, pero también para el corazón, ya que mientras pruebas cada delicioso bocado, sabes que todo esto está beneficiando a los ecosistemas locales y a las comunidades que hacen posible este proyecto. —Katherine Gallardo
LASAI, RÍO DE JANEIRO
Aunque se encuentra a pocos metros del local original, en el barrio de Botafogo, la versión 2.0 de Lasai poco se parece al concepto anterior. Con aún menos mesas que antes, ya que ha pasado de servir a 45 comensales a tan solo diez, el galardonado restaurante del chef Rafa Costa e Silva ofrece una experiencia mucho más única. El espacio, moderno e íntimo, no tiene ventanas, pero la interesante iluminación compensa este hecho de sobra.
Donde antes había una sala espaciosa y una decoración de estilo colonial ahora reina el minimalismo, con la barra de mármol en forma de L como elemento central. Lo que no ha cambiado es la comida, una carta que destaca los ingredientes vegetales que Costa e Silva cultiva en sus dos granjas. Los últimos cambios le han ayudado a perfeccionar el servicio, que gestiona su mujer, Malena Cardiel, y a llevar su cocina minimalista al siguiente nivel, empleando ingredientes más exclusivos, como el erizo de mar y el ikura. —Rafael Tonon
KŌNĀ CORNER, BUENOS AIRES
El último proyecto de la aclamada chef argentina Narda Lepes es este restaurante con espacio para 76 personas en Buenos Aires, una muestra de su auténtica pasión por todo lo japonés. Ubicado en el arbolado barrio de Belgrano, Kōnā Corner le da un giro moderno a la cocina japonesa tradicional. Los chefs Pablo Chinen y Fernando Kanashiro dirigen su cocina abierta, donde crean una carta que a la vez es fiel a las raíces y técnicas japonesas y se presenta con un estilo contemporáneo.
Entre sus platos estrella están el agedashi tofu, las Hanetsuki gyoza y el tonkatsu, además de los fukusai, aperitivos para compartir a base de verduras preparadas de cuatro formas diferentes: crudas, cocinadas, encurtidas o en nukazuke. El diseño minimalista de Kōnā Corner, su iluminación discreta y vajilla hecha por encargo son parte de una idea llevada a cabo meticulosamente, cuyo resultado es un espacio elegante y atractivo. El bar de la planta superior, gestionado por la conocida camarera Inés de los Santos, siempre merece una visita, en especial cuando se abre el karaoke, momento en el que se transforma en el lugar perfecto al que salir a tomar sake. —Allie Lazar
VILAS, BANGKOK
¿Puede un plato inspirado en una receta española que emplea ingredientes japoneses seguir considerándose tailandés? El chef Prin Polsuk, uno de los más aclamados de Bangkok, desde luego opina que sí. En su último restaurante, discreto y de tamaño modesto, ubicado en la segunda planta de la emblemática torre King Power Mahanakhon, se inspira en los viajes por Europa del rey Chulalongkorn en 1897 y en los ingredientes y técnicas de cocina que fue conociendo por el camino y añadiendo a los libros de cocina reales.
Con ayuda del chef valenciano Pepe Dasí Jiménez, Polsuk crea menús de temporada de 12 platos que desdibujan las fronteras de la gastronomía, aunque sin perder sus sabores ni su esencia tailandesa. Aquí encontrarás platos como la panceta de cerdo típica del sur de Tailandia con kombucha de café, salsa de pescado gelatinosa nam pla waan con fresas, y un atún salado que recuerda ligeramente al jamón servido con melón macerado en miel. —Chris Schalkx
SWALLOW TAINAN, TAIWÁN
No faltan cafeterías modernas en la desenfadada población de Tainan, en el sur de Taiwán, pero este nuevo bar cafetería tiene más de un detalle diferente. Para empezar, se encuentra en un edificio centenario de una de las calles más antiguas de la ciudad, y además tiene una forma única de entender el concepto de bebida mañanera. Fundada por la pareja de mixólogos Mei Chiu y Dan Zhang tras su vuelta a Taiwán después de trabajar en algunos de los mejores bares de Singapur, Swallow sirve cócteles desde las nueve de la mañana.
Se empieza el día con bebidas ligeras como los espresso martinis de sésamo negro y los tés taiwaneses con ginebra y vino riesling para después seguir con otras más experimentales. ¿Qué te parece salir una noche cualquiera a tomarte un whisky con té de trigo sarraceno o un vermú de sake con destilado de kombu? Acércate incluso si no te llaman mucho las bebidas con alcohol, la carta de cafés es igual de variada y elaborada, con espressos, cafés vertidos y de goteo elaborados con los ingredientes de primera calidad de Rufous Roasters, una marca de Taipei. –Chris Schalkx
THE JADE ROOM + GARDEN TERRACE, TOKIO
La cocina británica y la japonesa se dan la mano en la carta de Jade Room + Garden Terrace, el innovador restaurante que se ha incorporado recientemente a The Tokyo EDITION. Este será el primer proyecto en Japón liderado por el chef londinense Tom Aikens, en un precioso espacio elegantemente revestido de paneles de nogal con una variada gama de verdes, desde los asientos de terciopelo jade y los cuadros de John Jackson hasta las abundantes plantas decorativas.
Abrió el pasado mes de octubre en la 31ª planta del imán para hípsters que es este hotel con diseño de Kengo Kuma, dos años después de la inauguración del propio hotel y tras varios retrasos ocasionados por la pandemia. Su apacible terraza, una auténtica rareza en Tokio, ofrece unas vistas cautivadoras de la ciudad, pero los platos de Aikens, de inspiración natural y en una constante danza entre la cocina japonesa y la británica, también son dignos de admiración. A destacar: la panceta de lechón con calamar, piña y vainilla, una espectacular reinterpretación del clásico jamón con piña de los pubs ingleses. —Danielle Demetriou
ALLUMA, PARÍS
A primera vista, Alluma resulta algo atípico en su entorno, en el Distrito 11, conocido por sus bares de vinos naturales y locales de street food. Pero este elegante neobistró del chef israelí Lirin Tal y su esposa Noa se ha hecho un hueco merecidísimo en la Rue St. Maur, reformando lo que antes era un restaurante marroquí. Con la ayuda de Name Architecture, la pareja le dio una energía nueva al lugar con una barra de mármol y una muy distintiva mashrabiya blanca que cruza la sala de lado a lado.
Todo el restaurante es una oda al Levante mediterráneo, y los coloridos menús degustación de cinco platos han logrado ganarse al público de la zona. Lirin Tal prepara sus coloridos platos según temporada, así que la carta puede variar, pero si te acercas a conocer el restaurante, mejor si es para cenar, podrías encontrar crudo de besugo con higo y pistacho aderezado con suero de mantequilla y aceite de hoja de higuera, raíz de apio a la brasa con lentejas negras y labneh y sorbete de arak de pomelo con un toque de merengue de sumac. No te pierdas sus vinos, una selección exquisita procedente de Francia, España, Italia y Armenia, casi todos de cultivo ecológico. —Lindsey Tramuta
LE DOYENNÉ, SAINT-VRAIN
La novedad más anticipada por los parisinos el año pasado se encuentra nada menos que a una hora hacia el sur de la capital, en la pequeña población de Saint-Vrain. Aquí es donde los chefs australianos James Henry y Shaun Kelly, conocidos por su gran influencia en el mundo de los bistrós de París, abrieron un restaurante que es a la vez granja y hotel, transformando los establos de un terreno privado del siglo XIX.
Su filosofía sigue los principios de la agricultura regenerativa: Kelly cultiva con mimo toda suerte de frutas, verduras y hierbas aromáticas con las que Henry elabora platos llamativos sobre vajilla de estética antigua, que se sirven en un enorme comedor con vigas vistas de madera y amplios ventanales con vistas al jardín. La experiencia no se limita al plato, y el propio restaurante anima a los comensales a darse un paseo por la granja para abrir el apetito o bajar la comida. —LT
ENIGMA, BARCELONA
La pandemia no fue fácil para una ciudad y un referente culinario como lo es Barcelona. Y Enigma, el restaurante con estrella Michelin del chef Albert Adrià, no fue la excepción, después de haber tenido que cerrar durante 27 meses. Tras despedirse también de la totalidad de sus otros proyectos –Hoja Santa, Bodega 1900, Tickets y Pakta– durante este período, Enigma se convirtió en el lugar en el que Adrià comenzó a experimentar con diferentes fórmulas y así, poder atraer de nuevo al público local.
En marzo de 2022, el famoso chef estrella decidió cambiar de rumbo en este mismo local y apostarlo todo por una nueva filosofía. “Antes de la pandemia, la experiencia en Enigma consistía en que los comensales comían de pie, yendo a las diferentes barras del restaurante para probar platos de temática japonesa o teppanyaki, pero ahora son nuestros chefs quienes van directamente a ellos para presentarles la comida y hacer los emplatados”, comenta Adrià acerca de su nueva carta: creativa, empapada de técnica, con una estética exquisita y siempre enfocada en los productos de temporada. —Paula Móvil
ANDA KIGALI, RUANDA
El chef Treasure Makwanise ya se había ganado gran reconocimiento con su cocina en el One&Only de Nyungwe, donde servía comidas familiares elaboradas con verduras y hierbas aromáticas de cultivo casero. Ahora no hace falta alejarse de la capital para probar sus platos, ya que el zimbabuense acaba de abrir su primer restaurante gourmet en Kigali. Anda es un proyecto que empezó durante la pandemia en su casa, y que ahora ocupa un edificio independiente con huerto propio.
Makwanise define su trabajo como una cocina entendida con las emociones, y el resultado se aprecia en platos como el sashimi de tilapia con salsa de limón y avena crujiente o el brûlée de piña con mango y sorbete de jengibre, todo elaborado con ingredientes de origen local. También explora recetas ruandesas olvidadas, como las hojas de calabaza con crema de cacahuete, en las que trabaja con su equipo ruandés. Makwanise también colabora con una red de productores locales y ofrece oportunidades a chefs locales y a miembros de su equipo, algo por lo que ya era conocido antes de lanzar este último proyecto. —MH
EMAZULWINI, CIUDAD DEL CABO
No es muy habitual tener la oportunidad de de probar cocina zulú y nguni contemporánea en Sudáfrica, en especial en un restaurante elegante, pero la chef Mmabatho Molefe está cambiando las cosas. Su restaurante Emazulwini, ubicado en Maker’s Landing, en el puerto de Victoria & Alfred Waterfront, tiene vistas a la costa, pero el cuidadísimo interior atrae todas las miradas. El diseño, de un estudio local, tiene rojos y azules vivos, obras de diseñadoras como Thabisa Mjo y estudios como Ashanti Design.
La carta incluye interesantes versiones de platos tradicionales como el vetkoek (una masa frita) con embutido de pollo y pollo frito, o el helado de amasi (leche fermentada) con gelatina de suero de leche y caramelo. Aunque los platos se sirven con un toque indudablemente gourmet, la experiencia no es en absoluto pretenciosa y el ambiente es relajado y acogedor. Hay menús de entre tres y seis platos, todos acompañados de una excelente selección de vino local. No dudes en pedirte el menú completo, te acabarás arrepintiendo si te queda algo por probar. —Mary Holland
TAKYA, RIAD
¿Qué es exactamente la cocina saudí? Esta es la pregunta que se propuso responder Hadeel Almotawa cuando abrió Takya en Riad en 2019, desmitificando esta tradición culinaria para deleite de sus comensales. Desde entonces, sus interpretaciones contemporáneas están sorprendiendo a muchos curiosos: ensaladas de calabaza y dátiles con queso de cabra frito, muflag de gambas (con salsa de limón y ajo picante y verduras), paella al estilo saudí y su Pavlova Blalit, con salsa de azafrán, cardamomo y mantequilla y crema de limón.
Todo se presenta con un toque artístico y junto a una intrépida carta de cócteles sin alcohol. No te pierdas el Eternal Flame, una mezcla de frutos rojos, limón, agua de chile y flor de saúco. El pasado diciembre, Almotawa abrió una sede nueva en la preciosa Bujairi Terrace, a las afueras de la ciudad, junto a otros de los restaurantes favoritos de la zona como Hakkasan y Angelina y marcas locales como Sum + Things y Somewhere. —Sarah Khan
JUN’S, DUBÁI
En muchos sentidos, el chef Kelvin Cheung es la personificación del sueño dubaití. Llegó a la ciudad después de pasar por varios restaurantes de gran renombre en Canadá, Estados Unidos, Hong Kong e India, por lo que trajo consigo una sensibilidad internacional que encaja perfectamente en los Emiratos Árabes Unidos.
La carta de Jun’s refleja su visión cosmopolita, destacando sabores que ha ido conociendo en sus viajes en sofisticadas reinterpretaciones de platos clásicos: chaat en tempura con za’atar, tamarindo, yogur y aguacate; karaage de pollo picante con gofres; pani puri de langosta con achaar; tsukune koobideh de cordero; y zanahorias de varios colores con labneh ahumado y crema de miel y soja. Pero la verdadera estrella del lugar es Cheung, con su naturalidad para contar historias. Siempre saca un momento para acercarse a las mesas y explicar las fascinantes experiencias que hay tras cada plato. Cuando hay buen tiempo, el lugar ideal es la terraza, a la sombra del resplandeciente Burj Khalifa. Pocas cosas hay más representativas de la ciudad que esto. —SK
Agradecimientos: Condé Nast Traveler